Todo revisado, despertador a la 5 y a dormir. Entre unas cosas y otras se hicieron las 12. A las 5 sonó el despertador y no siguiendo la costumbre de los 5 + 5 + 5 de un salto arriba. Faltaban 2:30 horas para que dieran la salida. Había que desayunar, vestirse junto con todos los preparativos correspondientes (vaselina, pulsometros, crema solar, evacuación...). Tras un desayuno de cafe con leche de avena y estevia con unas tostadas con aceite vino Vicent a tomarse un café. Revisión e inchado de ruedas a 7'5kg y abastecimiento de geles, sales, barritas, periodico.... Salimós sobre las 6:15 dirección Sabiñanigo a 17kms de allí. Hacía fresquete y hasta los dientes nos chirriaban. Llegamos a las inmediaciones de Sabiñanigo y era un mar de ciclistas. Aquello hervía ciclismo, era una fiesta de las dos ruedas. Muchisima gente ya en los cajones y nosotros quedamos bastante atras para la salida. Pero nos daba igual. La finalidad era terminar y disfrutar en la medida de lo posible. Aún dió tiempo para "la pixaeta de la por". Al final, ja no se si hacía tanto frío o eran una suma de frío y nervios. Aunque realmente creo que no estaba nervioso, pero en fin. La idea para futuras veces, es a modo maratón de Valencia, una prenda de abrigo para tirar en la salida y esto solucionado. Esto, junto con una reserva de hotel allí mismo son dos anotaciones resaltadas. Aunque nos perderemos la maravilla que es Biescas. Pero, ganaremos tranquilidad, horas de descanso, frío, y sobretodo comodidad para las fans numero 2 y 3.
Una vez dan la salida estuvimos parados 25 minutos hasta que pasamos por la línea de salida. No era una cosa que nos importará. El tiempo era lo más irrelevante. Lo principal era terminar. (En esta prueba más que nunca). Una vez lanzados le digo a Vicent que haga su marcha como tenía previsto y nosotros a nuestra guerra. Empezamos a subir el ritmo según íbamos avanzando. Íbamos cogiendo grupos y descartando otros hasta que nos dimos cuenta que íbamos con un grupo de 6 o 7 de Picanya, los cuales llevaban un ritmo muy bueno para nosotros. Además al escucharlos, supimos que ya habían estado allí otros años. Poco antes de llegar a Canfranc nos adelantant Toni y Parri de Favara que habían salido muy atrás parece ser. También les digo que sigan a lo suyo tras un apretón de manos.
Llegábamos a la zona de principios del puerto de Somport y íbamos alucinando desde el inicio con la belleza de los paisajes. Era un privilegio estar pedaleando por esos parajes junto con tanto ciclista. En todo momento ibas acompañado por grupos de ciclistas. En ningún momento te quedabas sólo. En ningún momento te abandonaban las vistas bonitas. Desde edificios de piedra, pueblos pequeñitos xulisimos, prados verdes, cascadas, ríos, montañas cual colosos, conjuntos de vacas, rebaños de obejas y muchas vegetación. Llegamos al primer puerto y lo subimos muy bien al ritmo del socio, que tiraba su freno mano particular según sus sensaciones. Tuvo la mala suerte que se le acabó la pila del pulsometro y no pudo controlar esa parcela. Tuvo que ceñirse a sus sensaciones y a la velocidad. Llegamos al avituallamiento de Candanchú y no faltaba de nada. Powerade, platanos, cocacola, geles gominolas, frutos secos variados (cacau, nueces, pasas). Comimos un poco y nos llevamos otros tantos y hacia adelante. Ya teníamos un puerto y venía la bajada más larga. Nunca he estado tanto tiempo bajando y a tanta velocidad. Era por momentos peligrosa, pero buen asfalto que con las Continental grand prix 4000 se hizo más fácil. Antes de acabar la bajada empezaban a cargarse las cervicales y deseaba llegar al llano. Es una bajada en la que hay muchos momentos en los que también hay que pedalear y bastante si quieres avanzar. Además vas pasando y te pasan muchisimos grupos. Ya en el llano, me doy cuenta que Pedro se le había abierto el bombín y podíamos tener un susto. Esto fue en el peor momento, ya que, en ese instante nos alcanzó un gran grupo de muchos ciclistas y el socio no llegaba a colocar bien la bomba. Y perdía posiciones hasta que el grupo nos dejó. Era una lastima porque cogiendo esos grupos es cuando se avanza mucho. Una vez puesta la bomba y cuando me alcanzó, hicimos un gran esfuerzo por cogerlos y las piernas se tensaron mucho. De hecho, cuando alcance al gran grupo, el socio se había rezagado un poco y tuve que reducir para que llegará, volviendo a perder al grupo. Sin darnos cuenta habíamos llegado a Francia y estabamos girando en Escot para encarar Le Col de Marie Blanque. Desde el inicio se veía un coloso lleno de vegetación, todo era verde. También desde bajo se podía ver la niebla o una nube que estaba por debajo de la cima. Una vez ya subiendo, la inclinación era importante, las rampas llegaban al 11%,12% incluso más. Los puertos están todos bien señalizados con sus carteles con los datos de inclinación, distancia que tiene el puerto, la altura y la inclinación de los siguentes kms. Creo recordar que el total eran 9kms al 11% de media. También recuerdo que no era el típico puerto lleno de curvas. Eran unas cuantas rectas muy, muy largas. Había chalets de madera esporádicamente, en los que veías a sus dueños desayunando tranquilamente en sus porches, terrazas. Algunos saludos a los franceses (Bonjour) y seguíamos. Ya en el primet puerto (Somport), Pedro ponía su marcha y se marcaba una distancia de "seguridad". Que yo bajaba el ritmo para que me cogiera, el reducia hasta su distancia de "seguridad". Esto, provocaba que no fueramos juntos en casi ningún momento. Ya que, al bajar y esta vez por lógica, manteníamos nuestra distancia. Pero, al subir, yo quería subir con él, aunque fueramos despacio. Ya que, por eso alcance mi compromiso desde el momento de inscribirse. Alcance mi compromiso de hacerla con él porque el también me ha hecho el favor de ser valiente y venir a cumplir su sueño y el mio. Pues esta carrera era un objetivo que rondaba mi mente desde hace muchos años. La Qh es la cicloturista por excelencia y había que vivirla alguna vez. Por eso, yo le estoy agradecido, ya que sin su compañia, no se si la hubiera preparado y si hubiera ido verdaderamente. De ahí, que quisiera cumplir mi compromiso. Además, si él no la hubiese terminado o le hubiese pasado algo, para mi habría sido un trago amargo y de nada serviría estar yo contento por haber hecho un mejor tiempo y el retirado por ejemplo. Pero bien, esta situación de la distancia de seguridad me estaba distrayendo en exceso y ya en Marie Blanque al volver a ocurrir fue cuando le dije que quería ir con él. Ya que, ocurría lo siguiente, que yo iba todo el rato girandome, buscandole porque había muchisimos ciclistas en esta zona. Gente, mucha gente que adelantabamos y gente que nos adelantaba. Somport lo subimos a 11kms/h más menos y en este empezamos a 10kms/h. Yo hasta ese momento iba con ganas, con fuerza, tenía muchisimas piernas, mucho pulmón, pulsaciones bajisimas, sensaciones buenisimas, era exagerado, sensación de salir disparado en qualquier momento y hacer aún un super tiempo. Pero tenía un freno de mano echado en todo momento. Subí todo Somport de pie, todos los repechos de pie, y todo el Marie Blanque de pie. Seguía girandome y ya me irritaba porque notaba que a él no le gustaba que ni siquiera me girará. Y me pareció oir que no me girará. Y aquí vino el momento de inflexión. Era el inicio del puerto aún, subía comodisimo e incluso con el freno echado estaba pasando a una bestialidad de corredores. Me giré y ya no lo veía. Yo no estaba disfrutando. Estaba pensando si lo estaría forzando demasiado. Era un mar de dudas. La mente no paraba de pensar. Me voy, me voy sólo, tengo piernas. Hoy es el día. Igual ya no vuelvo más o ya no consigo este punto de forma nunca. O pensaba, no, no lo puedo abandonar. No voy a cumplir mi palabra. No quiero dejarlo sólo. Me sabe mal. No me parece bien. Pero, coño, si voy de lujo. Aún haría un tiempazo.... Y así, así, llegué a la cima, sin darme cuenta entre la niebla y la humedad que era exagerada. Íbamos empapados de sudor por la exageración de humedad que había. Corono el Marie Blanque e incluso yendome sólo hacia adelante y subiendo más fuerte, me pareció fácil de subir. Pienso que al ver a cuantos adelante y como sufría la gente, los había que subían andando, contrastaba con lo bien que lo subí yo. Esto alimentaba las ansias de irme sólo y hacer mi marcha que era lo que tendría que haber hecho desde el inicio. Porque tenía una sensación agridulce. Había entrenado muy bien, mucha bici y pensaba que no se repetiría. A 20 metros de llegar arriba donde había muchos ciclistas parados. Unos celebraban haber llegado, otros cogían aire, otros se hacían fotos en el cartel. Y aquí, decido parar a esperarle. Me aparto a un lado, me hago fotos...
Conclusión: La Qh me ha enamorado. Se puede enamorar uno de una mujer, de una hija, de la familia, de su madre, de su padre, de sus abuelos, de la vida, como yo lo hago. Pero, me faltaba enamorarme de una prueba, de un paraiso de lugares y yo lo he hecho. El año que viene volveremos, si se puede e intentaremos darlo todo como siempre hacemos.